jueves, 17 de febrero de 2011

Una vida de comparaciones

Comparando
¿Sabías que el espermatozoide de una ballena es más pequeño que el de un hombre? o ¿que el de la rata es casi el triple de grande que el del ser humano? Repasemos unos cuantos datos curiosos:

* El Iridio (Ir) es el metal más pesado. Un cubo lleno, de 30 cm de lado, pesaría 650 kilos.

* El animal más venenoso es un pequeña medusa del norte de Australia, conocida como avispa de mar (Chironex fleckeri). Su veneno es cientos de veces más potente que el de otras criaturas, en pocos minutos puede acabar con la vida de una persona.

* El hombre más pequeño del mundo mide 67,08 cm y el más alto midió 272 cm.

* El material artificial más fino es el grafeno, que básicamente es una hoja de grafito de la anchura de una molécula de carbón y que debido a sus características posiblemente se convierta en el material más usado en el futuro, utilizado en la miniaturización de componentes electrónicos.

¿Sabes cual es el denominador común de todos los datos anteriores? ¡La comparación!

Todos son comparaciones, algunas son directas y otras no tanto. Cuando decimos "el más", "más que", "menos que", "mejor que", "peor que", etc. Estamos comparando con el resto.

Comparamos constantemente, nos movemos y decidimos en base a comparaciones. Vivimos la vida rodeados de un compendio de comparaciones. Y curiosamente no nos gusta que nos comparen con nadie, nos gusta sentirnos únicos. Pero cada uno en particular, sí que compara a todos con todos.

No somos consciente de la escala, características, función o importancia de algo nuevo hasta que lo comparamos con algo ya conocido.

Algo es grande, pequeño, feo, limpio, etc, siempre dependiendo con que lo compares. No hay hechos absolutos.

Las comparaciones nos rodean, por ejemplo, esto lo estás leyendo gracias a la alta tecnología que tenemos, internet, los ordenadores, los teléfonos, los satélites... el mundo digital. Y el mundo digital está controlado por la programación -en el lenguaje que sea-, y cualquier lenguaje de programación tiene como base una serie de operadores y entre ellos hay uno muy importante que es el que le da ese carácter interactivo que tanto nos atrae, que sin el cual los demás para poco servirían.

Tecla IFEste operador es la cláusula de bifurcación o decisión, el “if”. El cual lo que hace básicamente es comparar dos valores o variables y en función de esa comparación realiza una acción u otra (si se pulsa un botón se hace esto o si se pasa el cursor por aquí se hace esto otro). El programa responde en su funcionamiento a unas decisiones que en última instancia son simples comparaciones de igual, menor o mayor que.

Saliendo del mundo digital y volviendo al mundo que nos rodea. Si vas a comprar algo, comparas precios y "calidades". Comparamos constantemente sin apenas darnos cuenta. "Esto me gusta más/menos que esto otro. Este restaurante es mejor/peor que tal otro." Decisiones y más decisiones, tomadas en base a la experiencia, pero como en el mundo digital en última instancia se basan en comparar una situación desconocida con otra similar ya conocida.

Lo curioso de las comparaciones es que cuando las aplicamos a nuestra propia vida, solemos generalmente salir perdiendo, es decir, normalmente siempre buscamos a alguien que tiene algo o está en una situación mejor que la nuestra y es con ella con la que nos comparamos más a menudo, saliendo nosotros perjudicados, y -por consiguiente- sintiéndonos mal por ello.

Y al fin y al cabo, solo depende de con que o quien, y como comparemos.

María AntonietaPor ejemplo, vemos una película o leemos un libro sobre la vida de algún rey o reina del pasado y envidiamos su situación, de lo bien que vivían (de ahí la expresión tan popular de "vivir como un rey"). Y ¿por qué? Porque solo comparamos aspectos muy particulares y concretos del personaje o situación.

FaisańDe esta forma dejamos de ser conscientes y no darnos cuenta de que hoy día, el ciudadano medio vive mejor que el rey o reina sobre el que estemos leyendo, porque ya que estamos con el tema comparemos situaciones... de noche pulsamos un botón y tenemos luz -no necesitamos la pobre luz de las velas-, podemos modificar el microclima de nuestras casas con los aires acondicionados -no necesitamos un brasero o una enorme chimenea-, tenemos un frigorífico y un congelador que nos permite conservar comida durante mucho tiempo -no es necesario tener la caza o pesca del día-, tenemos supermercados que nos traen comida de todas las partes del mundo y fruta de cualquier estación del año -y no nos tenemos que conformar solo con los "faisanes" de nuestras tierras-. Que a propósito de eso, podemos disfrutar cuando queramos de los jardines que en su día fueron de esos mismo reyes.

Y si comparamos el aspecto de la medicina, viajes, o incluso el acceso a la información, resulta que ahora estamos muy por encima de las posibilidades de cualquier persona del pasado por muy poderoso y rico que fuese.

En fin, mil detalles más que pasamos por alto inconscientemente, para no reventar nuestra fantasía de que se vive mejor "como un rey".

Y aunque he escogido el ejemplo del "rey/reina" para resaltar más el asunto de seleccionar solo aquellas comparaciones que más nos interesan (y más nos perjudican), no hay que irse a esos extremos, ya que tenemos muchísima gente alrededor para comparar sus vidas con la nuestra y teniendo la posibilidad (y la libertad) de escoger la comparación que queramos para sentirnos a gusto con nuestra vida, generalmente se suele escoger la que salimos perdiendo.

Y esta actitud no va en favor de la argumentación de que es importante esperar más de la vida y el tan aclamado afán de superación. Si hiciésemos lo contrario, estaríamos en situación de sentirnos a gusto con nuestra propia vida, de sentir que dentro de este mundo nos ha tocado un buen trozo de pastel y que podemos aprovechar esta ventaja en el mundo y en la sociedad, para poder ser mejor de lo que somos.

gota de aguaComo último dato comparativo, cualquiera que pueda leer esto gracias a internet, si lo comparamos con los habitantes de los países en vías de desarrollo debería sentirse afortunado simplemente por tener el lujo de abrir el grifo y que corra agua potable, teniendo en cuenta que más de 4.000 niños y niñas mueren cada día por no tener acceso a agua potable.

Pero el ser humano sabe utilizar un bisturí con gran maestría para cortar y desechar lo que no le interesa de la vida de otros, para quedarse solamente con la parte más “jugosa”. Y además, a esto hay que sumarle que tiene la malsana afición de no valorar lo que ya tiene... bueno, por lo menos hasta que lo pierde.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Mas que una conparacion en mi es una idealizacion de la normalidad, como bien dijiste al principio todos nos sentimos unicos con nuestra propia identidad... y enfocamos todo en ese parametro a lo que llamamos "normal", le intentamos dar un sentido a esa falsa ilusion o a hechos que son pura casualidad como nuestra vida y esta idealizacion nos crea una base para poder darle sentido al sin sentido y comparamos al resto de nosotros o al resto de las cosas para sentirnos mas unicos, como cuando se castiga al mienbro de un grupo que no cumple las normas y asi se consigue reforzar el propio grupo, en eso consiste la sociedad en crear un orden falso con consecuencias reales, sociologia pura y dura jeje

joer vaya txapa

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