sábado, 23 de enero de 2010

Relato de un sueño.

Hace muchos años tuve un sueño que al despertar recordaba tan claro como si lo hubiese vivido y me puse a escribir lo que recordaba antes de que desapareciera como todos los sueños. El siguiente relato es parte de ese sueño:

El Lugar

[...] El lugar era amplio, como una gran cueva, pero sin ser una cueva. Las paredes eran altísimas, y había claridad, luz, pero sin sombras. Ese tipo de luz que está pero que no es posible localizar su fuente emisora.

Había una primera sala, enorme, y luego un corredor hacia la derecha, de un ancho de unos veinte metros, que desembocaba en otra enorme sala, mucho mayor que la de la entrada. Era allí donde estaba el pueblo, construido en la misma pared de piedra, o con esa misma piedra, dando un aspecto singular al recinto donde todo se confundía, casas con rocas, rocas con casas. Tanto la roca como la arena eran de un color amarillo tirando a rojizo en ciertos lugares.

Mi compañero y yo, nos encontrábamos en la entrada, yendo, hacia la pared del fondo de la sala de entrada, hacia algo que nos había llamado la atención. Una especie de altar o patíbulo. Pero a medida que nos acercábamos podíamos ver como el solitario corredor de la derecha, de unos veinte metros de ancho, llevaba hacia el extraño y solitario pueblo. Y extraño era lo que estaba encima del altar o patíbulo.

A medida que nos acercábamos podíamos ver que en lo alto de aquella construcción había una mujer de pie con un traje negro, apoyaba su espalda sobre un tronco que hacia las veces de columna. Pero cuando llegamos a aquello, pudimos ver mejor que era. Una mujer, delgada casi en el esqueleto, tenía la boca abierta congelada en un eterno grito, los ojos abiertos y lo que debía ser blanco era amarillo. En la garganta a la altura de la nuez tenía el motivo de su grito, una estaca que le sobresalía de la garganta unos cuarenta centímetros, y que la mantenía de pie clavada a la columna de madera de su espalda. De la herida del cuello no había emanado sangre que le manchase el pecho, pero sin embargo la estaca estaba manchada de un liquido negruzco que ya estaba seco. La que había sido una mujer estaba de cara hacia la entrada del recinto, como si fuese un cartel de bienvenida. Nada nos indicaba cuanto tiempo llevaba allí clavada. La imagen era aterradora y triste.

Mi compañero simplemente dijo, “como puede nadie dejar a una persona aunque muerta, de esta manera”. Y sin que yo tuviera tiempo de pararlo, le arranco la estaca del cuello.

Los dos nos quedamos parados, congelados esperando como es lógico a que el cuerpo una vez liberado de su fijación, cayera al suelo cual muñeco de trapo. Pero sin embargo se quedo de pie sin caer. Nos miramos y creo que los dos pensamos que debía haber otro punto de agarre que no habíamos visto y así los dos a la vez nos inclinamos un poco hacia el lado para mirar detrás y observar mejor la columna de madera. Él estaba enfrente mía y entre los dos estaba el cadáver de la mujer, de esta forma volvimos a coincidir mirándonos al otro lado de la columna. No vimos ninguna sujeción. Recobramos la posición normal y nos volvimos a mirar, mi compañero aún seguía sosteniendo la enorme estaca en su mano.

En ese mismo instante, la mujer muerta, bajo la cabeza y cerró la boca y los ojos. Mi compañero se puso pálido y seguramente yo también, pero al igual que la mujer antes con la estaca, ahora estábamos los dos petrificados, sin poder hablar ni movernos. Pero esta situación duró unos instante, unos segundos, los mismos que necesitó el cuerpo esquelético de la mujer para hincharse y obtener la corpulencia de una chica de unos 60 kilos. Entonces abrió los ojos, que seguían amarillos pero ahora con un brillo extraño, ni siquiera nos miró, nos ignoró, no estábamos para ella y de repente gritó. Su grito nos heló la sangre, si eso era posible aún. Su grito era un grito mezcla de alegría, triunfo y terror, todo mezclado.

A una velocidad, que ningún ser vivo puede alcanzar, se alejó corriendo de nosotros, hacia el corredor. En unos instantes ya no podíamos verla, pero seguíamos oyendo sus gritos, que retumbaban por toda la estancia, haciéndose eco en las paredes.

En ese momento, comprendimos que habíamos hecho algo de lo que nos arrepentiríamos muy, pero que muy pronto.

A sus gritos, se les sumaron otros de igual naturaleza a la suya. Y a estos gritos, los dados por personas, personas normales, como mi compañero y yo, que gritan cuando ven que su vida se acaba.

Corrimos, cada uno para un lado, pero sin saber a donde ir. Solo corríamos, corríamos de miedo. Fue la última vez que vi a mi compañero.

La escena era dantesca, lo que nos había parecido un pueblo abandonado, ahora estaba repleto de gente que corría hacia todas las direcciones, se empujaban, caían y volvía a correr. Entre ellas se veían figuras oscuras, las cuales no podía distinguir si corrían o volaban, se movían a velocidades increíbles, y cada vez había más de esas figuras, estaban entrando cada vez más.

Entonces lo comprendí, la mujer de la entrada era un cerrojo, un sello, que cerraba la entrada a esas criaturas. Y nosotros sin saber, habíamos roto el sello. La ignorancia, el intentar cambiar algo que no conocemos, había condenado al pueblo que creíamos que no estaba vivo.

La situación era de locos, gente corriendo por todos lados, perseguidos y dados caza por oscuras criaturas de todo tipo y forma. Esas criaturas me infundían un gran miedo, asco, pánico. Me hacían querer estar a miles de kilómetros de ellas, no quería estar cerca de ninguna de ella. No podía ni mirarlas. Y creo que esa misma sensación les daban a todos los habitantes del pueblo, por su forma de correr y de no querer enfrentarse a ellas. Y esto los hacía más fáciles de cazar por las criaturas.

En esta locura y desenfreno, sin saber porque, me encontraba cerca del pueblo, había ido en dirección opuesta a la entrada del lugar, que ahora sería su salida. Hice acopio de fuerzas y volví sobre mis pasos. Intenté controlar, el miedo y repugnancia hacia esas criaturas, y fue curioso pero a medida que controlaba esos sentimientos las criaturas se acercaban menos a mi, no iban a por mi, se cebaban en los habitantes del pueblo. Eso no me hacía sentir más tranquilo, y de todas formas intentaba llegar a la salida pero sin dejarme llevar por la locura y salir corriendo hacia ella, en vez de eso, caminaba observando todo e intentando elegir mejor mi camino por el corredor que me llevaría a la antesala de la salida, evitaba acercarme tanto a las criaturas como a las personas, ya que estas se habían vuelto peligrosas al correr sin ver, sin sentido.

Al final del corredor, que salía a la antesala, solo me faltaban unos cincuenta metros en línea recta hasta la salida, y no se porqué, pero sabía que allí afuera no tendría problemas con las criaturas, ya que allí no se movían con la libertad con que lo hacían dentro del recinto.

Pero tal como doble la esquina del corredor hacia la izquierda, vi como había una criatura nueva. Era la figura de un hombre, canoso, con grandes entradas, de una altura normal, algo corpulento, bastante mayor pero sin ser un anciano y una cara seria y serena. Me infundió un gran respeto, no tenía nada que ver con lo que me hacían sentir las otras criaturas oscuras.

Venía andando hacia el corredor, de forma serena, casi tranquila, ligero pero sin prisas. Se le veía tranquilo, desenvuelto, como pez en el agua. Era chocante ver como entre tanto caos, esa nueva criatura se movía libremente despreocupadamente.

En un primer momento no había observado que detrás de él venía siguiéndolo muy de cerca, otro ser enorme, de más de dos metros de altura, muy corpulento, pero deforme, jorobado con sus más de dos metros de altura. Empujaba una enorme carretilla de mano del tamaño de un carromato llena hasta rebozar de cadáveres. Este parecía que su mente no le acompañaba y de forma automática seguía al ser canoso.

Este hombre canoso, por llamarlo de alguna manera, me miró y corrigió su dirección enfocándola hacia mi. Yo me encontraba con la pared a mis espaldas, el comienzo del corredor a mi derecha. Que podía hacer, no volvería otra vez hacia el corredor, de donde había venido. Podía ir hacia la salida que la tenía enfrente, pero se interponía este ser, ya estaba muy cerca así que para que no me diese alcance debería correr hacia cualquiera de los lados, para rodearlo y salir, pero eso haría que tropezase con las oscuras criaturas que se movían a toda velocidad por todos lados, o en el mejor de los casos con los habitantes del pueblo que también parecían estar por todos lados.

No tenía escapatoria, prefería enfrentarme al ser, lo prefería antes que con las oscuras criaturas.

Durante todo ese tiempo, la había estado observando al igual que él no me quitaba ojo de encima. Y sin darme cuenta ya sabía que era aquel ser. Mientras se aproximaba más y más a mi, se le cruzaban algunas de las pobres personas del pueblo y este ser, muy tranquilamente alargaba el brazo y las tocaba, estas inmediatamente caían muertas al suelo. Fulminante cual rayo. No se cruzo en ningún momento con ninguna criatura oscura. Estas, aunque se movían a toda velocidad y parecían que iban de un lado para otro detrás de los habitantes del pueblo, evitaban acercarse al ser, en un movimiento increíble cambiaban la dirección que pudiera llevarle a cruzarse con el ser y abandonaban a la persona que perseguían, estas es su loca carrera, ni se fijaban que iban derechas hacia el ser, hacia La Muerte. Eso era el ser La Muerte.

Cuando comprendí eso, ya la tenía a un palmo de mi. Se quedó parada enfrente mía, mirándome. Entonces no sentí miedo, solo sentí ira. Estaba muy cabreado porque me había pillado con la espalda contra la pared y sin modo de escapar, eso me había enfadado muchísimo. Y le grite, NO!!. Ella dijo que si con la cabeza. Entonces mi irá aumentó más, estaba enfadado con la muerte por la forma en que me había atrapado y me negaba con todas mis fuerzas a hacer lo que ella quisiese. Así que volví a mirarla a los ojos y le volví a gritar con más fuerza que antes, con más ira y determinación ,que NO!!. Me enfrenté con todas mis fuerzas, la sangre me hervía en las venas, me sentía lleno de energía de vida, no existían en ese momento ni las criaturas oscuras ni las personas, solo La Muerte y yo. Y no estaba dispuesto a dejarla hacer conmigo lo que quisiese. De eso ni hablar. No me había sentido con más energía ni con más furia por agarrarme a la vida hasta ese momento, en el que estaba cara a cara con La Muerte. Le volví a gritar que NO!!, con toda mis fuerzas y mi cara debía reflejar toda mi determinación, porque me miro unos segundos y luego fue como si yo hubiese desaparecido de su vista. Empezó a andar hacia el interior del pasillo hacia el pueblo. Y yo, como si no existiese o no hubiese existido para él.

Volví a mirar la salida y vi que había más criaturas oscuras, por todas partes dándose un festín de carne. En ese momento tenía que decidir que hacer. Podía dirigirme hacía la salida pero debía cruzar ese enorme espacio lleno de oscuras criaturas y como otra vez estaban viniendo los sentimientos que me despertaban esas oscuras criaturas no quería arriesgarme a que en el camino a la salida, me diese el pánico como a los habitantes del pueblo y una de ellas me diese alcance. Pero por el otro lado estaba ese ser, La Muerte que iba haciendo su propia ruta, ninguna de esas oscuras criaturas se les acercaba ,los únicos eran los habitantes del desgraciado pueblo y que nada más entrar a su alcance morían.

Así que pensé: "Como ya la muerte no tiene interés por mi, y nadie se acerca a la muerte. Yo caminaré junto a La Muerte, hasta que ella salga de este lugar. En este lugar de locos, tener por compañera de viaje a La Muerte, es la mejor opción."

Me puse tras ella, cerca del ser deforme que llevaba el carro lleno de muertos, y camine junto a ella hacia el interior del corredor, hacia el pueblo que estaba siendo atacado por las criaturas oscuras. Las oscuras criaturas a las que le habíamos abierto las puertas hacia ese mismo pueblo, por nuestra ignorancia. [...]

viernes, 22 de enero de 2010

Tomando el control de los sueños.
- Sueños Lúcidos -

Morfeo e Iris, de Pierre-Narcisse Guérin (1811)
Cuantas veces después de despertar de un maravilloso sueño te hubiese gustado seguir en él? o mejor aún, haber podido hacer dentro de ese sueño lo que tú querías. ¿Es eso posible?. Sí.

Los sueños lúcidos, se producen cuando estamos soñando y -mientras soñamos- nos damos cuenta de que no es nuestra realidad cotidiana y que se trata de un sueño, entonces tomamos conciencia de ello y podemos manipularlo. Parece imposible, pero no lo es.

Imagina las posibilidades; estás en un sueño, no se aplica ninguna ley física, eres un dios, puedes hacer lo que quieras y vivirlo de una forma tan real como cuando estás despierto.

Podemos vivir las aventuras que queramos sin ningún coste ni peligro, podemos experimentar las más increíbles fantasías, podemos comer y beber lo que queramos (no hay problemas ni para la salud ni para la cartera), tener aventuras románticas, eróticas incluso pornográficas, sin temor a nada (embarazos, enfermedades sexuales..), tener superpoderes (¿quien no a deseado tener algún superpoder?), viajar a donde queramos, exista o no, etc. El límite es tu imaginación y -solo- no puedes hacer, lo que no puedes imaginar.

El sueño lúcido se puede dar de forma espontánea o inducida mediante la práctica, realizando una serie de ejercicios para provocarlos.

Parece que el termino lo acuñó el psiquiatra holandés Frederick van Eeden (1860-1932). Aunque la primera descripción de un sueño lúcido de la cual tenemos noticias la tenemos en el 415, donde San Agustín describe dos sueños lúcidos que tuvo un médico romano llamado Genadio.

A mediados de la década de los 70, Stephen LaBerge, de Stanford, se dedicó al estudio del sueño y debido a que él mismo desde pequeño había tenido capacidad para realizar sueños lúcidos, ideó un experimento donde conectó varios soñadores lúcidos a un polisomnograma, aparato para medir respuestas físicas relacionadas con los sueños. Los sujetos del experimento había recibido instrucciones para que cuando soñarán realizarán movimientos con los ojos de una manera determinada o que respiraran mucho más rápido. Los soñadores lúcidos realizaron el acto que habían acordado y los aparatos conectados a ellos indicaban que ¡estaban realmente soñando!. Lo que demostraba la validez de los sueños lúcidos.

Si en un sueño lúcido, sientes lo que te rodea "tan real" como cuando estás despierto, ¿que lo diferencia de "esta realidad"?. Respuesta rápida: que puedes despertar. Pero... y si la muerte fuera el despertar de "esta realidad".....

miércoles, 20 de enero de 2010

Si Dios existe, ¿puede ser todopoderoso y eterno?

La creación de Adán (Miguel Ángel)
Supongamos que aceptamos la existencia de un Dios, y a partir de esta aceptación voy a especular un poco con esa posibilidad.

Empecemos por un simple ejercicio de lógica: Dios, es el señor del universo, lo creo él, y lo mantiene también, es todopoderoso y eterno . Estas dos cualidades últimas no pueden ir juntas, fallan si se aplican.

Si es todo poderoso puede hacer que él mismo deje de existir, que desaparezca o que muera, lo que se contradice con lo de ser eterno. Es decir, si es todo poderoso no puede ser eterno y si es eterno no puede ser todo poderoso. ¿Cual de los dos adjetivos es el verdadero?.

Si aceptamos lo que dicen las sagradas escrituras, el premio gordo es la eternidad en la dicha, en el cielo sea lo que sea el cielo. Constantemente se hace referencia a la eternidad. Si Dios no fuese eterno, estaría mintiendo. Supongamos que no miente que dice la verdad y existe una eternidad para las almas que se lo merezcan. Si existen para ellas debe existir también para él, no tiene sentido que después de recolectar tantas almas las pierda, además si existe la eternidad para las almas por que no para él.

Por lo tanto el adjetivo de eterno es el que parece más correcto, por lo que el de todopoderoso no lo es. De acuerdo que para crear el universo y mantenerlo hay que tener mucho poder, pero no tiene porque ser todo el poder. Además creó nuestro universo pero que pasa si Dios está viviendo o existe en un plano distinto al nuestro, en otro universo con otras leyes y totalmente distinto al nuestro, pudo crear el nuestro pero quien creo el suyo, más concretamente quién o qué lo creo a él. Esto se resuelve simplemente diciendo que él es eterno, cosa que se acepta para Dios pero no para el universo, pero bueno esto es otra línea de especulación que se sale de la que tengo ahora. Como iba diciendo, no es todopoderoso en el estricto sentido de la palabra, por lo tanto si no es todopoderoso -> tiene limitaciones.

Que tenga limitaciones al no ser todopoderoso es un punto muy importante, quiere decir que hay cosas que no las puede hacer.

Dejemos esta parte aquí para luego retomarla, ahora me gustaría centrarme en otro aspecto de Dios; y es su lado humano.

¿Cuan humano o parecido al humano es?

Según los textos sagrados, estamos hecho “a imagen y semejanza de Dios”.

A imagen y semejanza, esto es algo clave. No se si en general se piensa bien esta frase, a mi me parece algo clave y muy importante.

¿Como se interpreta esto?, ¿que quiere decir a imagen y semejanza?. ¿Quiere decir que tenemos el aspecto físico parecido al de Dios?, ¿es que Dios es material entonces?, es que tiene cuerpo, es que su cuerpo esta hecho de materia que esta compuesta por los elementos de la tabla periódica, que esta compuesto de átomos, con sus electrones y sus protones, y sus partículas subatómicas que se rigen por las leyes físicas de la materia, que tiene células en su cuerpo que respira, come, digiere y defeca. Que poseía un cuerpo hecho de materia antes de crear el universo y con ello la materia. O quiere decir ¿que pensamos y sentimos como él?. O quiere decir ¿las dos cosas a la vez?.

Si se refiere al lo del cuerpo, entonces Dios es más humano y limitado de lo que parece a primera vista.

Si se refiere a la forma de pensar y sentir, me abre otra vía de especulación más interesante.

Si tiene una forma de pensar como nosotros aunque él sea un millón elevado a un millón de veces más inteligente que nosotros, debe tener una estructura de pensamiento y razonamiento muy cercana y debe de pesar y reaccionar muy semejantes a nosotros.

Si tiene sentimientos como nosotros, entonces si que está limitado en acción, y condicionado por ellos, ya que él amor, la ira, el odio, la alegría, la tristeza etc, condicionan muchísimo nuestra forma de actuar. Si no, solo hay que pensar que parece ser, que el sentimiento que más lleva a Dios a actuar es el amor, muy bonito pero no deja de ser un condicionante para actuar, está limitado.

Esto nos lleva al motivo por el cual creo a los hombres.

¿Porque creo al hombre?, que sentido tiene crear una raza de seres humanos localizado en un planeta minúsculo situado en un brazo de una galaxia (junto con otros miles de millones de soles), localizada dentro de un cumulo galáctico que contiene millones de galaxias con sus miles de millones de soles con planetas, en un universo lleno de tanto espacio. Somos una motita de polvo dentro de una catedral. Pero nos creo por amor, porque nos ama, es decir nos amaba antes de crearnos, antes de que existiera nada como nosotros, primero ama algo que no existe, luego lo crea y lo sigue amando, no se, hay algo aquí que no me cuadra...

Pero bueno, nos crea y nos da una premisa. “Amaras a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”. Muy bonito, realmente lo es, pero a mi la parte que más me gusta es la que va después del “y”, si todo el mundo siguiera esta simple regla no habría maldad en este mundo, pero...

Pero lo más interesante para analizar es la primera parte, “Amaras a Dios sobre todas las cosas”, esto de amar a Dios, se repite mucho, parece ser que quiere que lo amemos, parece que quiere sentirse amado. En principio parece normal, a todos nos gusta sentirnos queridos, amados, pero eso es porque somos humanos, pero Dios también necesita de nuestro amor??. Si es así esto también lo limita, no por lo del amor sino por la palabra necesitar.

En el momento que necesitas algo te vuelves débil, si necesitas algo es porque no eres autosuficiente, ya que si lo necesitas es porque no lo puedes producir tú y dependes de algo externo a ti. Y si eres débil no eres fuerte. Y que quiere decir todo esto, pues que Dios es más humano de lo que cabría pensar en un principio.

ÁngelTambién en las escrituras se habla de la ira de Dios. Dios se cabrea de vez en cuando y entonces nos castiga, nos manda una plaga o un diluvio o una lluvia de fuego o su ángel vengador para que reparta leña entre los pecadores. Curioso, Dios tiene las mismas reacciones que nosotros, enfado, ira, venganza.... Otra vez muy humano.

Supongo que se ve a donde quiero ir a parar, si no es así, lo explico en seguida.

Quiero demostrar que Dios tiene un comportamiento muy humano, ¿para que?, pues para poder prever su comportamiento o entenderlo, aplicando lo que conocemos del comportamiento humano, ya que es muy sencillo decir siempre que: tú que vas a saber como se comporta Dios si él es Dios.

Ahora voy a especular un poco con posibilidades teniendo en cuenta a un Dios limitado y con sentimientos muy parecidos a los nuestros.

¿Que pasaría si Dios no estuviese siempre con nosotros?, es decir no fuese capaz de saber que estamos haciendo en todo momento, que de vez en cuando dejase de mantener su atención en este minúsculo e insignificante planeta?!. Antes de clasificar de estupidez esto, primero pensemos en las posibilidades.

Que sucedería si solo fuésemos un experimento, o no tiene por que ser, pero y si hubiese más planetas tierras como este con seres humanos también parecidos a nosotros en otro estado de evolución.

Galaxia NGC4414Porque digo yo en mi insignificancia, si Dios quiere que se le ame, quiere a una raza de seres humanos, o mejor dicho a un ejercito de almas, para sea lo que sea que les guarde, porque conformarse con un solo planeta teniendo a un universo infinito con infinitas posibilidades y teniendo él la capacidad de crear vida donde le plazca. Parece estúpido pensar en un universo inmenso donde solo se de vida en un minúsculo planeta perdido, aunque mejor que estúpido sería egocéntrico por nuestra parte, muy prepotente.

Vamos, que somos lo más maravilloso de la creación [con ironía :) ], solo Dios nos ha creado a nosotros, después de eso, olvido como crear vida y se conforma con ver nuestra evolución. Pues no tiene el menor sentido lo cojas por donde lo cojas.

Y que sucedería si tiene más mundo como el nuestro o parecidos, miles de ellos, y que tiene que prestar atención a todos y cada uno de ellos. Que sucedería si su limitación le llevase a no poder estar en todos los sitios como se dice en las escrituras, omnipresente. Llevaría a que algunas veces estaría en un mundo que no sería el nuestro y nosotros nos estaríamos manejando por nuestra cuenta, cosa que no se contradice con nada, que yo sepa, Según parece, tenemos libertad de acción. Hay una serie de leyes físicas que funcionan en perfecto estado automático, no es necesario la intervención constante de Dios, además eso explicaría muchas cosas.

Como por ejemplo; que el mundo vaya tal como va. Debido no ha que Dios permita los males que ocurren, simplemente que está ocupado en otras cosas y que nosotros nos buscamos lo que tenemos. Como una persona buena, pero buena de verdad tenga una enfermedad horrible y como una persona mala, mala, pueda hacer y deshacer como quiera durante años, simplemente porque estamos solos.

Puede que nos haga una visita cada doscientos años o simplemente nos ha dejado solos hasta que vuelva para el juicio final, para hacer un limpiado y dar por concluido su experimento o su juego en este planeta.

Puede que este mundo al igual que los posibles mundos que tenga por ahí sea simplemente un filtro de almas; se cogen unas almas se las pone en un cuerpo con vida y se les da autonomía para que hagan y deshagan, luego pasada la vida se ve que almas son las buenas y cuales son las que se han manchado, las buenas se las queda y las manchadas las elimina.

Puede que en alguna que otra visita del pasado al echar un vistazo se cabrease por lo que veía y entonces ponía medidas correctivas, eso explicaría por que dejaba que las cosas fuesen como fuesen hasta el punto de tener que castigar, por ejemplo; lo de Sodoma y Gomorra. Si hubiese estado constantemente pendientes de ellos ¿porque dejo que las cosas llegasen a donde habían llegado?, o como lo del diluvio ¿porque dejo que las cosas llegasen a un estado en el que castigase con un diluvio?, ¿porque no enderezó el camino antes?.

Ahora lo fácil es decir porque nos deja libertad, pues ¡no!, porque si nos deja libertad pues que nos deje hacer las cosas mal y no nos castigue. Y no vale el ejemplo del padre que castiga al hijo por lo que ha hecho mal, porque cuando se castiga algo es porque ya se ha hecho y si un buen padre ve que su hijo va por mal camino, no espera que haga las cosas mal para castigarle, le intenta enderezar antes de que se la pegue, o es que un buen padre observa como un hijo suyo se acerca a su hermano para meterle un lápiz por el oído y no dice ni media porque les da libertad de acción y elección, pero una vez que le ha fastidiado el oído al hermano, entonces, viene y le echa la bronca y lo castiga. ¿Como se va a quedarse parado mientras ve venir lo que viene?.

El castigo viene cuando no se ha podido poner remedio al hecho, cuando no se ha visto venir. Y ¿como Dios no puede ver venir lo que se aproxima si no es porque no está mirando?, y ¿no puede ser, que no este mirando hacia aquí porque simplemente no está aquí?.

sábado, 16 de enero de 2010

La realidad que nos rodea la percibimos en gran medida por nuestro ojos. Pero, ¿podemos ver la infinidad que nos rodea?

Escalera interior de la Catedral de Salamanca
Se supone que las imágenes que vemos del mundo son infinitas, es decir, si cojo solo el marco de un cuadro y miro a través de él, ¿veré un infinito número de imágenes?. ¿Tendría un infinito número de cuadros?

A priori parece que sí. Podemos tener un cuadro de una montaña, de una flor, de un coche, etc.

Bueno pues según el siguiente razonamiento esto es falso, el número de imágenes es finito, y a partir de un cierto momento tendremos ¡imágenes repetidas! ¿Que como puede ser esto?, pues empezaré explicándolo con un ejemplo simple y luego lo aplicaré a este caso.

Supongamos que en vez de mirar por el marco de un cuadro, el mundo lo percibimos a través de un monitor de ordenador, el cual muestra las imágenes de una cámara digital de vídeo. Es decir, tenemos una cámara sujeta a la cabeza y unas gafas que tienen un monitor en donde vemos el mundo a través de la “percepción” de la cámara.

Si el monitor muestra como en todo ordenador los colores en sus componentes RGB con 256 posibilidades por cada componente, tenemos que cada píxel puede tomar 256*256*256=16.777.216 colores distintos si el monitor tuviese 4 pixels podríamos ver 16.777.216^4=79.228.162.514.264.337.593.543.950.336 imágenes distintas.

Ya se que es una cifra enorme, pero... a partir de este número se repiten las imágenes. Supongo que ya sabes por donde voy, si el monitor es de 1024*768 pixels, tendremos que el número de imágenes que podemos ver es de 16.777.216^(1024*768) imágenes distintas, que efectivamente es una cifra super-mega-astronómica, pero lo importante es que a partir de ese número, ¡¡las imágenes se repiten!!

Es decir, que enfoquemos lo que enfoquemos, después de haber recibido 16.777.216^(1024*768) imágenes distintas, estaremos viendo imágenes repetidas. ¡El mundo infinito lo percibiríamos finito!

Y si esto lo pasamos a nuestros propios ojos, es lo mismo. Nosotros recibimos las imágenes por estímulos en nuestros ojos, y llegando a la escala más pequeña, tenemos un umbral a partir del cual se diferencia una imagen de otra, un quantum por el que un ‘pixel’ es diferente de otro, tenemos un máximo y un mínimo para percibir las longitudes de ondas y la luz la componen fotones que se agrupan en paquetes. Es decir que al igual que en el monitor hay un número de imágenes a partir de la cual es otra vez lo mismo (sí es astronómico, pero por muy grande que sea ¿que es comparado con el infinito?).

Además curiosamente, yendo al primer ejemplo del monitor de 4 pixels, este es capaz de mostrar más de 1.300 millones de imágenes distintas que nosotros identificaremos como iguales, ya que el ojo humano 'solo' puede distinguir 10 millones de colores y como vimos un pixel en un monitor puede mostrar más de 16 millones de colores, de los cuales más de 6 millones son para nosotros iguales.

Es decir, a ‘primera vista’, parece que con estos ojos veremos una infinidad de imágenes y por lo descrito anteriormente 'vemos' que no es así.

Vivimos rodeados de un universo de imágenes infinitas de las que vemos un número finito y luego... a repetir.